Episodio II: Misty

Episodio II: Misty

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Los nostálgicos sabemos que el olfato es el más evocador de los sentidos. Cualquiera de nosotros tiene una historia parecida: una tarde, buscando una media sin par al fondo de un cajón, la mano encontró a tientas la bufanda que usaba el abuelo y la nariz empañó los ojos. Por unos segundos el viejo estaba ahí, de nuevo. El aroma es el custodio de la memoria emotiva. Y aquellos que nos intrigamos por el olfato sabemos que el cerebro humano es capaz de distinguir hasta diez mil olores distintos. Pero también sabemos que el lenguaje para describir lo olfativo es pobre y a veces depende de elementos de juicio demasiado subjetivos (un aroma rico o feo), de resonancias morales (un olor excitante o placentero) o derivados de otro sentido (un perfume frutal o áspero). Por eso, cuando me mudé a mi estudio, y siendo muy consciente de que debía “crear historia” en el lugar para hacerlo finalmente mío, lo primero que llevé fue el difusor aromático Misty (¡debo confesar que llegó antes que el módem pero después que la cafetera!). Avivado de la necesidad de que los lugares y sus objetos tengan su propio aroma (en definitiva, su alma), entre paredes aún desnudas y cajas de mudanza, me di el tiempo para jugar al perfumista: combiné cuatro gotitas de cedro y tres de Óleo 31 y así inventé el olor de mi guarida. El Misty es discreto y elegante, con una luz tan tenue como se pueda ser en sus dos intensidades pálidas. Despierta mi instinto olfativo. Y en lo auditivo y lo visual, también tiene un sentido evocativo (a mí me recuerda la película Play Misty For Me, en la que Clint Eastwood era un conductor de radio acosado por una oyente psicótica: cualquier semejanza con una paranoia real no es mera coincidencia). Pero lo más importante es que un departamento desangelado tuvo pronto el olorcito de lo mío. Sé que dentro de muchos años, cuando me encuentre de frente con el aroma de un cedro, sólo tendré que cerrar los ojos para volver a este presente. Y que, entonces o ahora, en la felicidad o la incerteza, sólo tendré que combinar unas gotitas de mi poción mágica para crear una sensación de hogar, vaya adonde fuere.

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