Episodio X: Jugá más

Episodio X: Jugá más

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B J Y T S U E R T E. En la primera línea se esconde una palabra y me cuesta encontrarla. Pero, como dice Google, me siento con suerte. Todos los que crecimos con el síndrome de Mafalda sólo toleramos una clase de sopa: la sopa de letras. ¿Habrá palabras escondidas en diagonal? ¿Y de atrás para adelante? Mi niño interior me anima al desafío y me juego que, aunque se diga que cualquier pibe está enchufado todo el día a la pantalla, el reto de la sopa de letras o el laberinto le resultan tentadores. ¡Jugá más! ¿Quién puede resistirse al imperativo que no tiene que ver con el deber sino con el placer? Entre los meandros de un laberinto, la lámpara Dino (indiscutible homenaje a la mascota de Los Picapiedras) busca la salida sin desesperarse. Hervida en la sopa, la palabra BAILE espera que alguien la saque a la pista. Y hay más: en la mesa de luz, el Roboclock convierte en una aventura tuerca la penosa tarea de levantarse tempranísimo para ir al colegio y en la pared de la habitación el neón rayo se enciende para prestar servicio durante esas noches prolongadas a la luz de un cuento de corsarios feroces y trombas marinas. En cada objeto se esconde una historia y eso es lo que da sentido al arsenal que nos rodea. Es el alma de las cosas. ¿Por qué no convertir la rutina cotidiana en una experiencia lúdica? ¿Acaso no se dice que la vida es un juego? Si es cierto que todos los días son los días del niño, así como todos deberían ser los días del amigo, de la madre o del padre, ojalá que cada tercer domingo de agosto el despertador suene con la potencia suficiente para despabilar el corazón de los adultos adormilados. Ahí afuera hay todo un mundo de letras escondidas, dinosaurios despistados, robots estridentes y luces salvadoras que pueden transformar la vida cotidiana en una saga interminable de momentos felices. Elegí tu propia aventura. Yo voy a seguir probando la sopa de letras porque me soplaron que adentro se esconde un FELIZ DIA. Y hoy me siento con suerte.

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